El frío, inmortal frío

Es una cuestión de sabiduría popular... Cuando no se tienen temas importantes o trascedentes de qué hablar, y hay silencios incómodos, qué mejor para iniciar una conversación que hablar del tiempo que hace. Las típicas conversaciones de cuando dos personas convergen en el rellano, esperando el ascensor, que prefieren hablar de algo, lo más trivial que sea, antes que escuchar el sonido del silencio. En este caso, aplicando ese principio a este blog, como mi inventiva y mi cámara han estado algo paradas, pues qué mejor que hablar del tiempo.

Soy una persona muy friolera. Creo que hasta en el desierto de día sería capaz de quejarme por tener frío. En Barcelona, mi ciudad, no es que haga demasiado frío, comparándolo con otras ciudades de España, pero a la mínima que el termómetro baja de 15 grados mi cuerpo ya se empieza a resentir y afloran mis típicos problemas de circulación en las extremidades - tan sólo brazos y piernas (lo digo por algún malpensado que pueda leer ésto) -. En el momento de tomar esta foto, estaba al borde de la congelación, así que una amiga me prestó su bufanda para que me diese calorcito y no me quedase más helado que la carne en mi congelador. Desde estas humildes líneas, mil gracias por ese gesto. Como suelo decir, en esta foto salgo bien, porque casi ni se me ve la cara.

En resumen, como podéis ver, soy una persona muy fría, . Si os queréis acercar a mí en invierno, espero que sea para enfriaros la bebida, porque ya aviso, mis manos se asemejan a carámbanos de hielo. Por extensión , tengo también un carácter usualmente frío en persona, a pesar de ser alguien muy pasional, de extremos; suelo ser bastante calmado y reservado, especialmente con personas a quien no conozco. En contraste, y como suele pasar con las personas tímidas, cuando me suelto, me suelto en exceso... mis alegrías son muy grandes y mis momentos tristes suelen ser, al mismo tiempo intensos.

Nada más por hoy. Mañana más