Monday, August 29, 2005

Censura, esa peligrosa palabra




Desde un punto de vista general, podemos definir la censura como un mecanismo usado para prohibir cualquier manifestación artística o de opinión, ya sea un libro, un cuadro, o un simple ocmentario durante una conversación. La censura se suele usar mayoritariamente en regímenes absolutistas o dictatoriales, para prohibir la circulación de ciertas informaciones o contenidos entre la población. Un ejemplo de lo que fue la censura, en su mayor expresión, fue Thomas Mann, hombre cuya foto encabeza este comentario, y que tuvo que sufrir la persecución del régimen nazi por su miltancia activa contra susodicho régimen, que le llevó incluso a exiliarse a Estados Unidos para poder seguir con vida.

Muchos españoles han sufrido la censura institucional en alguna ocasión, sobre todo durante la dictadura franquista, en la que había órganos especializados en censurar todo tipo de contenidos, pudiendo llegar en su afán a decisiones totalmente absurdas y carentes de sentido. En la actualidad, con la llegada de la democracia, se prohibió la censura, en tanto, coerción de la libertad de expresión, una de las máximas libertades absolutas de las que debe gozar cualquier ciudadano. No obstante, la censura puede llegar no sólo desde el gobierno, sino desde algunas organizaciones o colectivos especialmente poderosos - a mi mente acude la imagen de la Iglesia y del famoso Il braghettone, artista que, por orden del Papa se vio obligado a pintar sobre los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina unos taparrabos para ocultar la desnudez original de las figuras ideadas por el gran artista italiano -. La censura es justificada casi siempre, en estos casos, en un motivo ético, basado en los valores morales de la organización que la lleva a cabo, llámese como se llame.

Toda esta parrafada viene al caso porque de un tiempo a esta parte, no sé si os habéis dado cuenta, en ciertos blogs alojados en blogspot han aparecido como una especie de banderas, que son indicativas de que el contenido del susodicho blog no se ajusta a unos determinados valores éticos y morales adecuados para el lector. En mi blog figura el susodicho símbolo, cosa que no acabo de entender, pues no veo qué contenidos hay entre estas líneas que puedan ser ética o moralmente reprobables, más allá de la simple discrepancia ideológica sobre los temas y argumentaciones que en este blog se tratan. Ignoro si la susodicha banderita trae o traerá consigo alguna consecuencia, pero de momento, yo sigo tranquilo a este respecto, pues no creo que la censura llegue a tal extremo de coartar algo como un blog, manifestación de la libertad de pensamiento y de su expresión en cualquier forma.

Cuidado, que la censura es propia de mentalidades cerradas y autoritarias, y no quisiera que me demostrasen que ni siquiera en Internet se puede opinar libremente. Mañana más

Sunday, August 28, 2005

La "fiesta nacional"




Supongo que no soy el único a quien le molesta sobremanera que el nombre de España sea inmediatamente relacionado fuera de nuestras fronteras con tópicos tales como los toros, la sangría, las sevillanas y demás parafernalia. Tampoco estoy echando la culpa a la gente del extranjero, pues esa imagen es fomentada desde muchos sectores de la sociedad española. Entorno al tema taurino siempre ha habido discusiones entorno a la crianza y posterior matanza de los toros, y que enfrenta a gentes próximas o que viven del mundo taurino con asociaciones ecologistas y de defensa de los derechos de los animales. Sostienen unos que el toreo es cultura, un bien nacional, y que, como tal, no se puede prohibir, pues, sostienen ellos, no hay maltrato para los animales, sino que es un honor para ellos poder morir como lo hacen en una plaza de toros a manos del torero de turno. Por otro lado, asociaciones en defensa de los derechos de los animales sostienen que matar de esa forma a un toro es un espectáculo que roza la barbarie y la inhumanidad.

Por mi parte, quiero constatar que ésto del espectáculo taurino no es nuevo, pues el uso de estas reses para espectáculos similares se remonta a tiempos de la antigua Creta, donde se usaban los toros como parte de un espectáculo donde hombres mostraban sus habilidades acrobáticas frente al animal, al que se le dejaba vivir una vez concluído el espectáculo. - no podemos olvidar que el toro era un animal ritual, casi sagrado, en Creta -. Pero aquí el espectáculo es radicalmente distinto, pues desde el primer momento se va castigando al animal, ya sea con el uso de banderillas, puyazos asestados por el picador de turno, con el estoque final, y, si es necesario, el descabello. La tauromaquia se presenta como la lucha entre un hombre y un toro, a ser posible cuanto más bravo mejor, para mayor gloria del matador de turno; es decir, el toro con sus cuernos y su bravura, contra el torero armado de su espada y capote, ayudado por los banderillero y picadores.

Por mi parte, me parece algo bastante bochornoso el que se considere dicho "espectáculo" como una fiesta y, aún menos, que se lo denomine "cultura". Nunca he podido entender el arte que se esconde en matar lentamente a un animal, haciéndolo sufrir cuanto más mejor y encima exigirle que sea bravo en su tortura. Todos podemos tener en mente imágenes como la que muestra este blog, de todos ensangrentados en el ruedo, vomitando sangre, ante el jolgorio de los presentes. Viniendo de familia aficionada al mundo del toreo, durante algún tiempo me intentaron inculcar la simpatía por este "arte" - por llamarlo de alguna forma -, intentos que fueron en vano. Puedo decir que he llegado al extremo de no sentir lástima ninguna por ese torero que durante la corrida es empitonado por un toro; no digo que me alegre, pues no le deseo daño a ninguna persona, pero sí sentir que se lo tenía algo merecido por formar parte tan activa de esa barbarie que creo que es el mundo que rodea las corridas de toros.

Han habido bastantes disputas últimamente entorno a este tema, culminando con la prohibición de celebrar espectáculos taurinos en Barcelona, a pesar de tener la Plaza de Toros de la Monumental como recinto donde poder celebrarlas, cosa que, por mi parte me provocó una gran satisfacción personal. No quiero ofender a nadie, pero creo que deberíamos dejarnos de corridas de toros y sí fomentar otras actividades que sí son de verdad culturales - me refiero a teatro, danza, pintura, etc-. Aunque soy consciente de que es un intento en vano, el mundo del toreo mueve miles de millones cada año, y es complicado luchar contra un gigante así, pero pasos como el dado por Barcelona me hacen pensar que aún no está perdida la batalla.

Mañana más.


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Friday, August 12, 2005

Fucking Amal, todo un ejemplo de buen cine




El tema de la homosexualidad sigue siendo un tema tabú por parte de muchas personas, que discriminan a personas por el mero hecho de serlo o, en el mejor de los casos, les ignoran. De puertas para afuera el común denominador es el decir que sí, que está muy bien éso de que te gusten tan sólo personas de tu mismo sexo, pero esas personas, de puertas para adentro, piensan que es una gran aberración de la naturaleza el que existan personas así. Hace poco asistimos con vergüenza a una manifestación convocada por la Iglesia, y promocionada desde sectores ultra-conservadores, en contra de los matrimonios entre personas de un mismo sexo, y se me cayó la cara de vergüenza al ver algunas de las "lindezas" que semejantes personas - lo que obliga a decir la educación - dedicaban contra todos aquéllos que no profesaban su opción sexual. Ése, a mi parecer, es el sentir general con respecto a la homosexualidad, el tratarla como si no existiese, tolerarla mientras no toque a alguien próximo a tí, en cuyo caso la reacción más normal suele ser, tristemente, la de rechazo.

Hace nada he tenido la suerte de poder ver, aconsejado por una buena amiga - gracias, Fátima, por recomendarme esta película :) - Fucking Amal, una película del año 1998 que propone un acercamiento real, sin artificios, al mundo de la homosexualidad. Trata esta película la historia de Agnes, una chica enamorada en secreto de Eilin, la chica más popular de su escuela, y con un gran atractivo para los chicos. Agnes es la típica chica tímida, introvertida, y es por ello que, tras un año y medio en la escuela, casi no tiene amigos, tan solo una chica paralítica. Pero en el día de su cumpleaños, sus padres insisten en realizar una fiesta a la que ella ha de invitar a sus amigos, fiesta que acaba en desastre al no venir nadie, salvo, Eilin y su hermana Jessica. En esa noche Eilin y Agnes se dan un beso mientras pasean por las calles de Amal, el pueblo en el que viven. Es a partir de entonces cuando a Eilin le entran las dudas y no puede asumir que está enamorada de Agnes, que ha de aguantar las burlas de su escuela al saberse que es lesbiana.

Fucking Amal es una película que narra sin artificios ni efectos especiales una historia sencilla, pero tan cercana que parece que acontezca en nuestro barrio, todo un ejemplo de buen cine de autor, alejado de las exigencias de grandes productoras, con unos personajes reales, con los que identificarte, reír o llorar. No hay una protagonista fija, pues la cinta se centra tanto en las dudas de Eilin como en la angustia de Agnes por estar enamorada de Eilin y por ser el blanco de las burlas de sus demás compañeros, reflejo, en mi opinión, de lo que tristemente acontece en la vida real. Agnes nunca hace pública su opción sexual, por miedo al rechazo de una sociedad que ya de por sí la ha rechazado de antemano por su carácter y sensibilidad; y éste es el caso, no lo dudo, de muchísimos gays y lesbianas, que han de ocultar su preferencia sexual por miedo a la reacción de una sociedad que excluye lo que se aleja de lo que ella misma considera "normal" - cómo odio usar esta palabra aquí -.

A veces gratifica ver una película como Fucking Amal, que te hace reconciliar con el buen cine de verdad, del que te hace pensar y sentir. Recomendadísima película, en resumen, para todos los que me puedan estar leyendo ahora.

Mañana más

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Monday, August 08, 2005

Triste, y tan cierto...



Ayer se conmemoró el 60 aniversario de una fecha que, tristemente, ha pasado a la historia de la humanidad, una fecha que marcaría un antes y un después en la historia y que, desgraciadamente, sigue marcando y marcará la vida de la humanidad. Me estoy refiriendo, como todos podéis suponer, al lanzamiento de la bomba nuclar sobre la ciudad de Hiroshima, un seis de agosto de 1945.

Conozco a mucha gente fascinada por la Segunda Guerra Mundial, por su desarrollo, por la estrategia seguida por ambos bandos, por el armamento y maquinaria en ella utilizada. Sin ánimo de criticar a nadie, no puedo llegar a entender la fascinación de alguna gente por la guerra, la mayor de las atrocidades que puedan existir. Siento una particular animadversión hacia la institución militar, por considerarla algo retrógrado y salvaje, casi carente de los principios democráticos, y muy alejada de la imagen de normalidad que nos quieren dar los medios de comunicación. Entiendo que debe de haber alguna institución que nos defienda contra ataques del exterior, pero no una institución así, no sé.

Durante estos días hemos padecido el bombardeo, nunca mejor dicho, de información sobre las circunstancias que rodearon dicha efeméride. Lo que no se dice es que lo de Hiroshima fue una masacre, un genocidio cuidadosamente planificado y autorizado por políticos temeorsos de perder su puesto, y amparándose en la excusa de que con ella se pondría fin a la guerra y se salvarían millones de vidas. Lo que parece claro es que Japón, por el año 1945, estaba totalmente perdido, sin recursos económicos, y su rendición estaba muy próxima, lo que hace aún más atroz el lanzamiento de "Little boy" - el sarcástico nombre con que fue bautizada la bomba nuclear lanzada sobre Hiroshima desde el Enola Gay -. El número de víctimas dicen que rondó las 100 mil personas, la mayor masacre jamás concebida por la mente humana; y a esas cien mil personas, que fueron las que murieron en un primer momento por las insoportables temperaturas alcanzadas como consecuencia de la detonación, hemos de añadir un sin número de personas que murieron a posteriori por efecto de la radiación, y que nunca podrán ser contadas. Y todo ello, para rematar a una nación ya moribunda y sin recursos, con la excusa de que así, por la táctica del miedo, los rivales de los americanos abandonarían la lucha - no podemos olvidar que también por aquél entonces Alemania estaba dando sus últimos coletazos, con lo que tampoco hacía falta esta demostración de "fuerza" (yo lo llamaría locura) -.

Los romanos tenían un aforismo... "homo homini lupus", que quiere decir El hombre es un lobo para el hombre. Y a tenor de lo visto en Hiroshima, esa frase es espantosamente cierta. Tras la detonación de Hiroshima, los americanos procedieron al lanzamiento, unos pocos días después, de otra bomba, esta vez de menor potencia, sobre la ciudad de Nagasaki, lo que aumenta aún más su culpa y disminuye a la altura de la suela de los zapatos toda su credibilidad como nación. A ella vendría la época de la Guerra Fría, de los bloques, obsesionados con aumentar su arsenal militar en la creencia de que su posesión les haría invencibles, y que así ningún otro país se atrevería a atacarles. Afortunadamente, esa locura ha tenido freno y ahora se está haciendo un esfuerzo para destruir todo el arsenal nuclear acumulado durante esta época.

Desgraciadamente, la historia se repite en ciclos; Estados Unidos se cree que tiene carta blanca para hacer lo que quiera con el mundo, siguiendo una política de intervencionismo exterior, como creyéndose los salvadores de la humanidad, y en realidad actuando en pro de sus intereses económicos, aniquilando a cualquiera que se atreva a hacerles sombra, y pasando de las instituciones internacionales que deberían hacer pagar a gente como Saddam Hussein u Ossama Bin Laden sus culpas. Las consecuencias, ya las podemos ver, en forma de atentados terroristas de origen integrista, que, desgraciadamente, España tuvo que sufrir el 11 de marzo del año pasado. La cadena de destrucción seguirá, y seguirá, pues nadie parece interesado en pararla. Es triste, pero es así. Hay días en que a uno le da asco ser un ser humano, y, desgraciadamente, fechas como las de Hiroshima me hacen sentir así.

Mañana más...

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